La venganza es dulce, sabrosa, digna de los labios ávidos por una herida. A nuestro personaje, que ya lo presentaré luego, lo rechazaron. Cómo. Pues dejándolo en el olvido. Pasó dos meses cabizbajo, triste, más callado que lo habitual. Luego tuvo que pasar tres meses intentando dejar de lado su estúpida personalidad, como lo llamaba él a su carácter apático, egoísta, colérico. Y por último, y he aquí lo que nos interesa, una semana pensado en cómo vengarse, en cómo recobrar el equilibrio existencial, en cómo hacer sufrir, como él sufrió, a la persona que lo dañó profundamente.
De los treinta días que pasó encerrado en su habitación, mirando al techo, fumando, corriéndosela, golpeando la pared, rompiendo una que otra cerámica, etc., solo vamos a referirnos a siete. Los veintitrés días restantes se las pasó como indiqué hace poco. Agregando, para que no me juzguen de simplista, que los pasó jugando play station, leyendo, viendo películas, tirando a la mujer que siempre estuvo detrás de él, quemando cartas y peluches. Acaso sea importante decir que se le vino la idea del suicidio mientras limpiaba su baño con ácido muriático. Pero el conflicto que leyó sobre Camus y Sartre hizo que desechara la idea.
(Fragmento de V de venganza)
(autor: Cenobita)