La imagen de nosotros mismos es, en esencia, nuestra propia mirada sobre nuestros actos.
El ejercicio de la observación, cuando conlleva una intención, una emoción, como parece ser el caso de los integrantes de LimaFotoLibre, crea un lazo con lo observado, algo que identifica y que une: LimaFotoLibre busca que nos reconozcamos en sus imágenes. Es así que, siempre a través de una mirada bastante cínica y cruda, reflejo de una generación adolorida y descreída, LimaFotoLibre nos llama a reconocernos, a involucrarnos con nuestro medio, a asumir que el entorno somos nosotros mismos: somos la mirada y lo que se mira.
El trabajo de este colectivo posee un elemento particular que lo diferencia de trabajos y exposiciones académicas: la carencia de un discurso pre-fabricado, lo cual a la larga se convierte, si no en una virtud, en una ventaja, pues refleja enormemente la voluntad de expresar y de compartir sin maquillajes el mundo del que son testigos, liberándose además de ese tufillo moralista o aleccionador que enturbia la observación y venciendo carencias y limitaciones.
Y no es que carezcan de un “rollo” o una idea guía, un motor emocional que los motive. Por el contrario, los motiva la acción en sí, la convicción del ojo atento al espectáculo de la ciudad. Con eso basta y sobra: el resto lo haces tú. Tú juzgas, tú decides, tú asumes, tú evades. LimaFotoLibre, talvez sin proponérselo, nos entrega un ejercicio de libertad: la libertad de elegir si deseamos ser lo que vemos en sus imágenes. Y esto no puede ser más que el producto de un ejercicio artístico completamente libre y honesto.
LimaFotoLibre responde además a una nueva manera de hacer arte, acorde a una revolución tecnológica que acerca a las masas a algunos medios de producción. El desarrollo de herramientas digitales, la masificación de la información y el acceso y diseminación de conocimiento libre ha despertado las inquietudes de muchas mentes atentas y despiertas. En ese contexto, LimaFotoLibre ha tomado la delantera, y prueba de ello es su manera de llegar al público.
Pero pese a que su punto de reunión y difusión se encuentra en Internet, saben que no sólo de Internet se vive: son concientes que todo nace en la calle, en el día a día de las combis y los vendedores ambulantes. Quedarse en este medio virtual sería una negación de su trabajo y una contradicción. Por ello, van hacia la gente, mostrándose de la misma manera en que nació su proyecto: espontáneamente. Esa manera de cerrar el círculo creativo – comenzando con una exposición de fotos impresas en láser pegadas en las paredes de unas galerías donde venden música, hacen tipeos y hay juegos de video – evidencia que, además de ser honestos consigo mismos, son concientes de dónde vienen. Y solo quién es sincero consigo mismo puede serlo con los demás.
Por ello, LimaFotoLibre es una mirada dura, sórdida, dolorosa, divertida, espeluznante bizarra, pero sincera, sin maquillajes ni efectivismos: una mirada libre que nos da libertad.
El ejercicio de la observación, cuando conlleva una intención, una emoción, como parece ser el caso de los integrantes de LimaFotoLibre, crea un lazo con lo observado, algo que identifica y que une: LimaFotoLibre busca que nos reconozcamos en sus imágenes. Es así que, siempre a través de una mirada bastante cínica y cruda, reflejo de una generación adolorida y descreída, LimaFotoLibre nos llama a reconocernos, a involucrarnos con nuestro medio, a asumir que el entorno somos nosotros mismos: somos la mirada y lo que se mira.
El trabajo de este colectivo posee un elemento particular que lo diferencia de trabajos y exposiciones académicas: la carencia de un discurso pre-fabricado, lo cual a la larga se convierte, si no en una virtud, en una ventaja, pues refleja enormemente la voluntad de expresar y de compartir sin maquillajes el mundo del que son testigos, liberándose además de ese tufillo moralista o aleccionador que enturbia la observación y venciendo carencias y limitaciones.
Y no es que carezcan de un “rollo” o una idea guía, un motor emocional que los motive. Por el contrario, los motiva la acción en sí, la convicción del ojo atento al espectáculo de la ciudad. Con eso basta y sobra: el resto lo haces tú. Tú juzgas, tú decides, tú asumes, tú evades. LimaFotoLibre, talvez sin proponérselo, nos entrega un ejercicio de libertad: la libertad de elegir si deseamos ser lo que vemos en sus imágenes. Y esto no puede ser más que el producto de un ejercicio artístico completamente libre y honesto.
LimaFotoLibre responde además a una nueva manera de hacer arte, acorde a una revolución tecnológica que acerca a las masas a algunos medios de producción. El desarrollo de herramientas digitales, la masificación de la información y el acceso y diseminación de conocimiento libre ha despertado las inquietudes de muchas mentes atentas y despiertas. En ese contexto, LimaFotoLibre ha tomado la delantera, y prueba de ello es su manera de llegar al público.
Pero pese a que su punto de reunión y difusión se encuentra en Internet, saben que no sólo de Internet se vive: son concientes que todo nace en la calle, en el día a día de las combis y los vendedores ambulantes. Quedarse en este medio virtual sería una negación de su trabajo y una contradicción. Por ello, van hacia la gente, mostrándose de la misma manera en que nació su proyecto: espontáneamente. Esa manera de cerrar el círculo creativo – comenzando con una exposición de fotos impresas en láser pegadas en las paredes de unas galerías donde venden música, hacen tipeos y hay juegos de video – evidencia que, además de ser honestos consigo mismos, son concientes de dónde vienen. Y solo quién es sincero consigo mismo puede serlo con los demás.
Por ello, LimaFotoLibre es una mirada dura, sórdida, dolorosa, divertida, espeluznante bizarra, pero sincera, sin maquillajes ni efectivismos: una mirada libre que nos da libertad.
Por: Julio Durán